Reme In Memoriam

Hoy me fui a pasear con la Reme
y la noté rara, como desentendida
(no es el haloperidol, que te conozco).
No era aquella mujer fatal
que encendía mis venas
con alguna felación,
ajustada eso sí, en el viaducto.

(No la sentí tan enamorada
después de la medicación
de aquel siquiatra amorfo).

Ahora ya es tarde;
ni besos al fragor de la luna,
ni mirada lánguida,
para nada servirán ya
(no sirvieron antes
para la conjunción).

Al final serán verdad
tus mentiras sobre el amor.

Paseábamos sobre el acantilado
y la empujé para sacar de ella
algún gesto expresivo, alguna palabra
que me hiciera sentir parte de su vida.

¡Aquel infame alarido!
Sólo al caer pareció mirarme;
ya era demasiado tarde.

¿Por qué somos tardos en la expresión
de los sentimientos?
¡Ella sabía que la amaba!

Pena me dio.
En su último mirar
no pude captar
lo que decirme quería.

¡Nunca entenderé a las mujeres!

Sólo las verdades más hondas
quedan siempre en el vacío
de nuestra memoria.

Y este pulso poético
me salvó la vida,
en esa noche de dolor,
por haber perdido
a mi Reme,
por haber perdido
a mi amor.
(Siquiátrico Evaristo Corumelo
Octubre, 15 de 2008)

1 comentario:

Leyddy Dhianna Reynoso Caraballo. dijo...

Amigo, nosé porque senti estos versos tan de cerca, se me puso la piel de erizo, es muy triste, se denota el amor y esas dudas que nos asaltan siempre.

Te dejo mil besitos, Mirá! mi avatar...

Te quiero mucho, besitos a la corpo...