cagado el dedo, cagada la mano, cagado el miedo...

Yo tengo la mala costumbre
de ser consecuente.
Es decir, ya puestos,
¿qué más da una hora más que menos?

Ayer, sin ir más lejos,
para almorzar quedé con una amiga
nos tomamos dos vinos
y se me fue el santo al cielo
-la mano a la partida-
¡qué carajo!
Me retrasé más de 30 minutos sobre las cinco.
¿Ya qué hacer?
Me fui con mi amiga a coger.
¡La hostia, qué placer!
Te la llevas por igual pues
cagado el dedo, cagada la mano, cagado el miedo...
ya todo me importa un bledo.

El sábado quedé con mi novia a las tres.
Se me cruzó antes Inés.
¡Tan buena la hijauta
como hacía tiempo que no la veía!
La invité a una copa.
Pasaron 30 minutos de las tres.
¿Qué hacer?
Me fuí con ella a coger.
¡Carajo con qué placer!
Igualmente las voy a tener pues
cagado el dedo, cagada la mano, cagado el miedo...
Ya todo me importa un bledo.

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