Los delirios de San Onás

¿por qué señor
mi muerte tan precipitada?
-agonizaba el santo
en llagas-
me quedan dudas,
perdona mi falta de fe;
hice lo que creían mis manos
después del cielo.

perfumé la tierra,
sementé las piedras
que nacieron baldías.
desde tu fuego
me corrí para alabarte
y nunca me faltó
la esperanza.

aún así
seguía muriendo,
seguían mis manos
secándose
a tanta lluvia enjuta
¡por caridad!
no más tortura.

¿no entendiste
que fecundar la tierra
era labor de dios,
gozar es cosa de dios,
que tú no eres dios?

te castigamos
en la ironía
de tu soberbia
que la ignorancia
no excusa.

dispusimos
el báculo y su templo
y quisiste
el deleite
de ser tu
un salmo,
enamorado.

¡no eyacules en vano
dijimos,
la vagina te espera!

escucha,
solo adhesión
a lo establecido,
sumisión.

la libertad cuesta la vida,
con placer el martirio.

Manus strupare.
Egoísmo y placer.
Iguala la muerte
Al sentimiento.

tu nombre
será sinónimo de pecado
dirán unos
acto en libertad
para otros.

¿Onán estás triste?
padre,
lo único que siento
es que los tontos
esto no lo van a entender,
nunca serán mártires,
nunca serán nada.

Armilo Bretón

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