Castrada

Examino el espejo,
indagando quien es la castrada
que desde el otro lado
observa el movimiento de mis manos.

Con ellas juego a ser mariposa y vuelo,
a través del espacio
que abarca una mirada.

Retorno de nuevo a esa imagen
fea, malformada y no entiendo
que el sentimiento estético
se haya incorporado sea innato
a esta mi carne dolorida
¿Para quién entonces la belleza?

Una amargura intensa
corroe a picotazos de cuervo
mis entrañas y me duele
no saber apenas nada
de eso que algunos llaman
Remedios Virato.

Si no puedo transferir lo que siento,
si no puedo compartir mis lágrimas
¿por qué nací humana?.
Hubiera sido mejor piedra
o mierda de una vaca.

¿Qué ventajas puedo tener
cuando veo los atardeceres
al través de una prisión,
cuando siento que me revienta
el aliento y no salen
las palabras de mis venas,
solo cuchillos helados
del pensamiento más cruel?

Una castración sin límites
gestiona mi supervivencia.

No quiero este corazón.
Por su culpa descubrí la belleza,
el calvario terrible
que me ha tocado vivir.

Sacó lo más siniestro
de mi alma
y a través de sus venas
ya sólo me alimenta el Caos.

Remedios Virato

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