Como poeta
tengo la costumbre
del vómito fácil,
la espantada a contratiempo
del martirio costumbrista,
que como bodegones,
rodean mi insoportable soledad.

Siempre he contrapuesto
la botella de vino al evento fácil,
el encuentro sexual a las tardes
de cine de autor.

La enredadera de mi suegra
-que terminó secándose-
sirvió de alivio
a mis ardores etílicos,
angustias que me levaban a lanzar
a la tierra lo que de la tierra era.

Ella nunca dijo nada a cambio
de algún quitapesares -tú ya sabes-
la viuda todavía se conserva bien
y tiene derecho a los consuelos
pertinentes que marca la ley.

Cuando recité a la Reme el poema
“ Tus manos pudieran ser la alcancía
de mi ardor,
los desechos de mi amor”.
(metáfora de mis épicas costumbres
en casa de su madre)
me vomitó los cuarenta dólares
del puto Burger King
en la solapa de mi camisa.

Yo creo que esta mujer no entiende.

Yo sólo insinuaba
una lírica masturbación,
una arcada metafísica
de la mierda que vamos arrastrando
en nuestra vida.
Siempre se necesita
de una mano amiga
para lanzar al vacío
ese fluido accidente.

Es la forma más perfecta del amor.

A veces pienso que empleo metáforas
poco saludables
para los momentos
que nos han tocado vivir.

Tu ya sabes que los genios
somos adelantados a nuestro tiempo.
Sustancias prohibidas
(como mi pinga)
que no deben saborearse
sin la debida receta.


…o ella es que es tonta;
ya no sé que pensar.

Hace tiempo que la aridez de mi pensamiento
me lleva a desiertos insondables.

Roger Nelson

1 comentario:

Leyddy Dhianna Reynoso Caraballo. dijo...

Amigo, el blog que ustedes han creado está muy lindo,bueno digno para un delirio y bueno ya te había dicho que me encanta tu poesía...

Besos muchos...