Margot "la cucaracha"

Yo también noté cierta frialdad
de tu parte, una mirada diferente
perdida en la maraña de nuestras ganas.
Posiblemente estemos cansados
de ver tanta tragedia a nuestro alrededor,
de que los arrabales de la noche
confundan nuestro aroma animal
con el sudor que emanan los lumpanares.

Las últimas horas en el exilio
me han resultado duras, muy duras
(me las pasé mamao, bien mamao).
Por lo tanto he resuelto adoptar
otra mascota para suplir tu ausencia
(la mosca no me besa ya con igual
pasión e intensidad que antaño).

Después de darle muchas vueltas
al asunto, los pros y contras vistos,
de las varias especies de compañía
he resuelto comprarme una cucaracha
en el prostíbulo de la esquina
(vienen ya enseñadas).

Yo, que no tomo nunca estas cosas
a la ligera, las estuve observando
detenidamente cómo pululan
por mi cocina y comen de mis platos,
cómo tienen los mismos antojos que yo,
ven los mismos programas de televisión que yo.

Sumamente curiosas e impertinentes
si me descuido hasta beben de mi vino.
Viajeras incansables de la noche
rompí a quererlas, cuando descubrí
su tendencia al wiski de marca.

Como el ser vivo más resistente del planeta
te podrían llevar, si algo le pasara al mundo,
las últimas coplillas que te dediqué
para que fueran cantadas en mi antro preferido.

Cambiaré sus pilchas de percal
por un tapao de nazarena
(en lugar de vos hablará de usted)
Ya está recibiendo clases de bandoneón.

La llamaré Margot, se le embroca
un ser tierno y buen consejero
esa amiga que escucha y siempre añoré.
Dispuesta a ir de puro curda
con su dueño y amante
porque siempre será una buena ocasión.

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